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lunes, 15 de junio de 2009

Noble Proyecto: Cultura de VeracruZ


















José Luis Velarde*



En el mundo de la cultura mexicana hay un cúmulo de revistas independientes que responden a la necesidad de publicar textos de mil hechuras distintas. Los autores repartidos en toda la extensión territorial; los de la capital y los de Tierra Adentro, como llamara el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a todos los ubicados en provincia, escriben y demandan páginas donde la poesía, la narrativa y el ensayo los lleven hasta el público en un encuentro que siempre se supone jubiloso.

Sin embargo, la realidad ofrece penurias de todo tipo, las publicaciones no abundan y los lectores parecen cada vez más escasos. Podría decir un poco en broma y bastante en serio que un buen lector mexicano comienza a aproximarse a un ente utópico; un ser irreal que de vez en cuando se dirige a una librería para buscar un buen libro quizá imaginario.

Libros y revistas no abundan en estanterías donde los secretos del corazón, las crónicas de las estrellas, las fotografías de carnes esplendorosas y las historietas, menos llamativas, se codean con recetas de gastrónomos apoyados en programas televisivos, donde también se promueven lecturas que no incitan revolución alguna del pensamiento.

Es más fácil vender fórmulas que promueven la superación personal que un libro de poesía. Es más simple ofrecer manuales que prometen el aprendizaje de Windows Vista, en dos semanas que presentar un volumen de cuentos de un autor regional. Es notoria la franca superioridad de los textos que no buscan promover a las letras, pero puedo afirmar que las librerías, al menos las pocas existentes en mi entorno, ceden cada día más espacios a otras promociones comerciales y rentables.

En un rincón donde hace años aparecían los libros del Fondo de Cultura Económica ahora se yergue una máquina tragamonedas que vende refrescos helados a cambio de una buena cantidad de monedas, por aquí y por allá proliferan muebles bien diseñados que exhiben cigarrillos, calendarios, agendas, colecciones de estampas, billetes de lotería, juguetes de bajo precio y los antojitos menos nutritivos.

El papel y sus letras, más las malas que las buenas por azares de la educación (¿meros hábitos de consumo?); desaparecen en una estampida que levanta menos polvo cada día, porque los testigos hace tiempo que dejaron de notar las cada vez más aceleradas ausencias. Hojas de papel volando hacia ninguna parte como parodia del Son de la Negra donde lo que vuela son ojos tan ciegos como la ausencia. Ojos que no leen donde el viejo refrán augura corazones que no sienten.

Y quizá ahora mismo el lector me acuse de trastocar refranes a mi conveniencia, pero el dicho que todos conocemos más que referirse a la vista debió haberse relacionado desde siempre con la mirada interior engrandecida por la lectura. Sin ella, las palabras y sus significados dejan de alimentar el pensamiento. Bien sabemos que los ojos no siempre ofrecen la mejor interpretación del mundo que nos rodea.

Y al mencionar esta frase es inevitable recordar el cartel colgado por Gustavo Alatriste en cada una de sus salas cinematográficas construidas en México durante la década de los setenta. Si la memoria no me falla era inevitable leer en los vestíbulos La moral se encuentra en los ojos de cada espectador, sin dar crédito alguno a la frase beauty is in the eye of the beholder, (la belleza se encuentra en la mirada del espectador), aparecida en un capítulo de la Dimensión Desconocida de 1965, donde tampoco se daba crédito a la sabiduría popular ni a Antoine de Saint-Exupéry quien ya había hablado de que lo esencial es invisible para los ojos y de que sólo puede verse con los ojos de la imaginación.

Y al reflexionar sobre las posibilidades que ofrece este alimento espiritual resulta evidente recalcar cómo la lectura languidece en nuestro país que no es el “país de lectores” anunciado por la publicidad como buen deseo oficialista y meta distante como un sueño. En paisaje tan nebuloso cobran mayor atractivo los afanes de los editores independientes que aquí y allá; tierra adentro o tierra afuera; centro absolutista o centro abierto.

Publican uno, o muchos números, en trayectorias sujetas a ventas heroicas, suscripciones pírricas, o becas institucionales que dan más alimento espiritual que ganancias monetarias. Cuando fui editor llegué a escuchar frases que dejaban entrever significados que entonces no advertía con claridad, pero que me llenaban de tristeza, alguna vez creí escuchar Te compro un ejemplar o una suscripción, pero no vuelvas a llamarme.

Quizá era sólo mi pésimo desempeño como vendedor lo que propició tantos golpes a mi entusiasmo entonces juvenil, pero si A Quien Corresponda, mi propia publicación, dejó de aparecer en el 2003, aún existen revisteros como acostumbran llamarse los héroes que ofrecen ejemplares literarios en una tierra que cada vez les resulta más ignota. Sobreviven y se empeñan en publicar sus revistas como si provinieran de una tierra extraña donde las bibliotecas y las librerías fueran tan abundantes como los buenos lectores.

Hace poco Raúl Hernández Viveros me hizo llegar diversos ejemplares de Cultura de VeracruZ, donde descubrí parte de la nueva época iniciada en el 2004 con la terquedad que afecta a los editores y la calidad que acompaña proyectos que debieran tener mayor respaldo del sector oficial o de la iniciativa privada.

Tengo ahora textos que hablan de la literatura sonorense, descubro poetas de las Islas Canarias y otros radicados en Andalucía, hay autores de andanzas probadas como Marco Tulio Aguilera Garramuño y Arturo Trejo Villafuerte, entre tantos otros colaboradores que sería largo referir. Cerca de ellos Irving Ramírez comparte mi pesimismo cuando habla de revistas y suplementos culturales, pero conforme tomo y reviso ejemplares de Cultura de VeracruZ, el viejo entusiasmo me lleva hasta los libros presentados por este sello editorial y es entonces cuando pronuncio un llamado a los lectores.

Por favor asómense a los blogs (http://cultuver.blogspot.com/ http://nuevaepoca.blogspot.com/), que mantiene Raúl Hernández Viveros, baluarte de este proyecto literario y dense tiempo para descubrir que en México el mundo de las publicaciones mantiene sus anhelos y trabaja para difundir cultura. Es tiempo de comprar suscripciones y solicitar el catálogo de los libros publicados hasta ahora. Y, si usted escribe, mande sus textos a Cultura de VeracruZ (Altamirano 35, altos, Xalapa, Veracruz, C.P. 91000), publicación que ofrece sus páginas a todos los jóvenes escritores de habla hispana que deseen formar parte de un proyecto que por sus hechuras y proyectos merece continuar. No dejen de visitar el sitio web de Literatura Virtual: http://www.angelfire.com/va3/literatura/.


*Escritor mexicano, 1956, que ha desarrollado su labor en diversos géneros literarios ganando varios premios. Entre 1985 y 2003 fue codirector de la revista literaria A Quien Corresponda, ganadora de 5 premios por la mejor publicación independiente en México (Premio Nacional Tierra Adentro 92-93 y 93-94 - Premio Nacional Edmundo Valadés 96-97, 98-99 y 99-2000). Además es miembro de la Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía y pertenece al directorio de las revistas tamaulipecas Mar Abierta y Umbrales.

Formó parte del comité organizador de seis ediciones del Festival Letras en el Borde en coordinación con el Ayuntamiento de Nuevo Laredo, Texas A&M Internacional University, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y otras instituciones desde 1998 hasta 2003. En el pasado diversificó su labor a otros campos como la enseñanza o el mundo radiofónico. Fue director de operaciones del Sistema Estatal Radio Tamaulipas y Director de Radio Universidad Autónoma de Tamaulipas.


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