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jueves, 19 de febrero de 2009

Spots y radiodifusoras culturales

Por Edgar Aguilar *

El tema electoral en la programación de televisión y radio ha sobrepasado los cauces de la información cotidiana en algunos medios. Nos referimos a los llamados spots publicitarios con que el Instituto Federal Electoral (IFE) nos ha inundado desde hace ya varios días. La transmisión de dichos spots obedece a una aparente causa más equitativa: distribuir la propaganda electoral en los distintos espacios televisivos y radiofónicos (públicos y privados) a contrapelo de mermar supuestamente el duopolio que hasta hace poco abarcaban las dos grandes y únicas televisoras en México.

Es interesante ver cómo se ha manejado todo este asunto en distintos sectores políticos y de comunicación. Pero en realidad esto no es lo que verdaderamente importa, sino el enfoque social (aun psíquico) que le otorguemos. Porque no es tanto el hecho aislado de interrumpir la programación habitual para cederle el lugar a un spot informativo, que de informativo no tiene nada y sí mucho de maniqueo, sino la intromisión abierta que se hace a nuestro espacio privado, íntimo, que nosotros, al prender el televisor o al encender la radio, hacemos nuestro cada día.

Aquí es donde entran en juego las radios culturales y universitarias. Específicamente ellas. Hay un criterio más del máximo órgano electoral respecto a sus spots que no debemos soslayar: crecer, según éste, en la democracia. El IFE entiende entonces que la democracia consiste en ello, en una invasión, disfrazada de información, y que aquella se mide restringiendo nuestro criterio más elemental en cuanto a lo que queremos (y lo que no queremos) escuchar como ciudadanos libres. La imposición no es propiamente un valor democrático.

Las radios culturales y universitarias habrían de hacer algo. Ellas, pues más allá de ser interrumpida una sinfonía o un concierto por un spot, son las mentoras de algunas de las expresiones más libres, críticas y creativas, a través de su programación cultural y artística, de la conciencia pública. Las radios culturales y universitarias, claro está, no se enriquecen ni por su programación habitual, ni mucho menos por transmitir los spots del IFE, lo que sí sucede y seguirá sucediendo (pero que nos aseguran ya no sucederá) con las grandes televisoras y otras cadenas de radio comerciales.

Señalar lo abominable y superficial en el tono dulzón de los spots es gastar tinta y espacio. Detenerse en la mediocridad y el patetismo de los partidos políticos y del propio IFE en esta serie de spots es perder energía. Habría de preguntarse mejor qué han hecho las autoridades culturales y universitarias para contrarrestar esta disposición del IFE. Sorprende, por otra parte, la capacidad del máximo órgano electoral para imponer sus anatemas electorales, cual si fueran decretos basados en lo más normativo y sustancioso de nuestras leyes.

Tenemos ya un ejemplo (entre otros, cabe suponer) loable de inconformidad, de desacuerdo con esta superchería de democracia, en Radio Educación (que habrían querido que se llamase Radio Spot), una radio de gobierno, pero en manos de gente más pensante y decidida. Al negarse a transmitir buena parte de los spots tal como el IFE lo estipulaba, ha sido amenazada con recibir severas sanciones. Y estas sanciones pueden ser de toda clase, desde económicas hasta laborales. Y las amenazas no han venido precisamente de un ministerio de justicia, o de la Suprema Corte, o de algún otro tipo de autoridad, sino del mismísimo IFE, que ahora toma visos de policía.

Qué hacen o qué han hecho las demás radiodifusoras culturales y universitarias es más que evidente: bajar la cabeza y doblar las orejas. Decir “así está la cosa, así nos lo ordenan y ni modo”. No se han tomado la molestia siquiera de protestar. ¿Qué harán en lo futuro los directivos, los rectores de las universidades públicas que resguardan bajo su techo una radiodifusora cultural, que es una de las cosas más valiosas e intocables en estos tiempos terribles, para mostrar su desacuerdo, si es que lo hay, en sucesivos periodos electorales?

Habrían de hacer algo más. Quizás organizarse y defender su espacio público, que es el nuestro también.

* (1977) Escritor y colaborador de Cultura de VeracruZ

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